¿Hay machismo en el surf?
Un artículo de prensa sobre la diferencia entre las cuantías de los premios masculino y feminino en un torneo de surf, La Invernal de Laredo, prendió la llama. La noticia llamaba la atención sobre que, de los 7.000 euros en metálico repartidos por la organización entre los premiados, 6.000 eran para los hombres y solo 1.000 para las mujeres. El ganador de la categoría masculina se llevaba 2.000 euros, frente a los 500 de la mejor de las surfistas. En la información, el periódico hablaba con participantes femeninas en el torneo que indicaron que se trataba de algo bastante común. Ellas pagan una inscripción más baja, pero afirman que prefieren invertir más y ganar más. Según las declaraciones de algunas participantes al diario, la organización se justifica diciendo que hay un menor número de inscripciones femeninas, pero ellas apuntan que tienen los mismos gastos que sus compañeros.
La información suscitó toda serie de críticas y comentarios que finalizaron con una rectificación de la organización de la prueba que, a petición del ayuntamiento, equiparó los premios masculinos y femeninos. Pero a raíz de este caso han surgido muchas voces que claman por la igualdad en el mundo del surf.
La sexualización de las surfistas es una tradicional denuncia en pro de la igualdad que podría equipararse a lo que ocurre también en otros deportes. Una lacra en la que se ven involucrados todos los agentes del sector desde patrocinadores hasta la prensa con artículos como éste: Así son las diez surfistas más sexys del mundo. Las marcas, por su parte, utilizan la apariencia de las mujeres deportistas como reclamo publicitario y para crear espectáculo, en lugar de utilizar sus logros para fomentar una mayor participación.
Maialen Mangas en margruesa.com describe así el problema en un artículo más completo: «El menor acceso al deporte por parte de las mujeres, que se traduce en menos derechos y oportunidades (o “en un nivel más flojo”, como se ha repetido en tantas ocasiones), es el germen de una cadena viciosa que se vuelve circular: menos tiempo de entrenamiento, menos infraestructura para entrenamiento, menos recursos humanos y materiales, menos profesionalización, menos participación en campeonatos, menos dinero invertido para competiciones, menos dinero para las premiadas y un largo etcétera en perjuicio de la población femenina».
La Invernal de Laredo ha iniciado, sin pretenderlo, el debate y ha rectificado; quizá sea un cambio de rumbo para la desigualdad en el mundo del surf. Seguiremos informando.